Opinión: El riesgo de que gobierne la presión social

Hay un riesgo que conllevan las medidas que el Estado pretende que se cumplan sin convertirlas en obligatorias. Se entiende que siempre la vía de la concientización sobre el virus del Covid-19 es mucho más efectiva, pero… ¿Qué sucede cuando existen grupos con posiciones extremistas y no están dispuestos a esperar esa transformación social?

domingo, 30 de enero de 2022 - 7:59

Por Virginia Navarro 

 

El planteo podría aplicar a una diversidad de temas. Hoy es la pandemia, el pase sanitario y la obligatoriedad o no de las vacunas la que comienza a generar una grieta que no deberían resolver las personas.

POSICIÓN OFICIAL

Venimos escuchando a funcionarios y expertos del sistema sanitario opinar sobre si las vacunas contra el Covid-19 deben formar parte del esquema obligatorio.

En los últimos días, la Ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, aseguró que “ninguna vacuna contra la covid será obligatoria”, agregando que “cuando se dice que es obligatoria suena un poco agresivo, hay gente que tiene alguna duda en relación a todo lo que escucha y una sensación de incertidumbre”. Por esa razón, la funcionaria explica que el camino debe ser la información y la construcción de confianza.

En tanto hay discursos más terminantes sobre que sería efectivo para el control de la pandemia que nos golpea desde comienzos del 2020.

LOS EXPERTOS

El Dr. Hugo Pizzi es un destacado infectólogo, epidemiólogo y docente en la Universidad Nacional de Córdoba, y en la semana conversó en LaCienPuntoUno con el programa Nos Sobran Los Motivos. Allí resaltó que la solución es vacunarse: “el 72% de los muertos son sin vacunas, 12% con una sola dosis y el resto para completar ese 72%, que pueden tener dos dosis, son obesos mórbidos, tienen diabetes incoercible o cardiópatas de mucho tiempo de duración”. De allí los tres preceptos fundamentales de la medicina: evidencia, experiencia y estadística.

Y mientras el Gobierno no las apruebe como obligatorias será la presión, netamente social la que irá cercando y separando a los indiferentes y desafiantes. “Yo no voy a tolerar que junto a mis hijos esté un niño no vacunado”, espetó. Y eso habilita a que lo que no va a reglar el Estado lo termine haciendo el pueblo. De la forma que pueda y con los riesgos que eso implica: grupos de padres que no permitan el ingreso a jardín /escuela de un niño no vacunado; compañeros de trabajo que discriminen o se nieguen a compartir espacio físico con el que no se inmunizó; hasta escraches públicos cuando se advierta que alguien sin Pase Sanitario está cenando en un restaurante.

Otro de los profesionales pro vacuna obligatoria es Arnaldo Dubin, médico intensivista y miembro de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SADI), quien en diálogo con la emisora destacó que la misma genera una protección extraordinaria contra el desarrollo de enfermedad grave y contra la muerte, agregando: “si no estamos viviendo una catástrofe sanitaria de una magnitud inconmensurable es por el alto porcentaje de vacunación que tenemos en la Argentina”.

Dubin sostuvo que el Pase Sanitario es de suma importancia, que no es una limitación a las libertades individuales como han planteado algunos sectores de la derecha reaccionaria, sino que es una garantía de “bienestar social” que no sólo debe mantenerse sino profundizarse y hacerse extensivo al transporte público y a las escuelas.

CERCADOS

De esta manera aparece esa “presión efectiva”. Y ha quedado demostrado con la vigencia del Pase que aquellos que quieren viajar, participar de eventos y/o salidas no tienen más alternativa que vacunarse. Los registros oficiales dan cuenta que desde su implementación aumentó el número de inoculados.

El Gobierno tiene claro que no se puede volver atrás con cuarentenas, confinamientos ni medidas que limiten la posibilidad de trabajo e incluso de entretenimiento.

“La vacuna de hoy es la cuarentena de ayer”, sostuvo Nicolás Kreplak, Ministro de Salud bonaerense. Y de alguna manera la situación epidemiológica y la misma sociedad va acomodando los tantos.

Por ejemplo: la situación económica hoy ya no se ve impactada por los DNU, sino más bien por la cantidad de contagios producto de la nueva variante Ómicron. Lugares cerrados por falta de trabajadores y personas que deja de realizar determinas actividades por miedo a la infección.

Asimismo, el aumento de la población vacunada está más relacionada con la necesidad de acceder a determinados espacios que a la conciencia del cuidado individual y colectivo.

Es así que la obligatoriedad de las vacunas será más eficaz a través de la presión social que por lo que pueda imponer el Gobierno. La falta de información ha alimentado las dudas y cierto sector de la oposición ha hecho un aprovechamiento nocivo del tema.

Remarco lo peligroso que es cuando las medidas no están regladas, y es la sociedad que ante el miedo y la necesidad se las impone al resto. Ese corrimiento en la responsabilidad estatal muchas veces tiene consecuencias.

Orizon
Musters Vinoteca