Comunicación política en crisis: necesidades insatisfechas y nuevos territorios en disputa

La comunicación es transversal a la política. Todo hecho político es comunicable, dicen los expertos, y yo voy un poco más allá ¿existe el hecho político que no se comunica? No hay dudas que la comunicación política está estancada hace algunos años donde la decisión de volcarse a las redes de parte de los ocupantes y aspirantes a cargos públicos debían necesariamente estar, sin considerar el impacto real que este nuevo territorio podía ofrecer.

miércoles, 24 de julio de 2024 - 8:00

Por Pablo Riffo Torres

(@pabloestebanok)

Llega en 2023 Javier Milei a conquistar las redes sociales con una propuesta disruptiva para una generación que vive el espacio digital como un área más de desenvolvimiento social y gana las elecciones de la mano de las juventudes totalmente ajenas a la realidad político partidaria de nuestro país.

Mientras, en la vereda de en frente del anarco capitalismo, se multiplican los reels de planos y contra planos de eventos multitudinarios. Abrazos y besos, gestos humanos y cuánta teoría de marketing se pudo aplicar en los últimos 10 años de campañas políticas en redes sociales. Efectivas para subir el engagement y devolver números positivos para las plataformas, pero no para ganar elecciones.

La política y la comunicación coexisten en esta crisis donde las nuevas plataformas parecen ir más adelante de las interpretaciones y los gestos. Algunos que nos creemos con un poco más de experiencia en el análisis político, sumábamos estos nuevos a nuestras lecturas, quién está siguiendo a quién en redes, a qué le dio like y cuáles tuits habían retuitteado.

Sin embargo, y hago mea culpa en lo personal, jamás vi un solo video de los que llevó a Javier Milei a conquistar a las juventudes virtualizadas y ganar esta elección. Me resulta necesario resaltar que el algoritmo que yo mismo “entrené” se encargó de que jamás me apareciera algo así en mis redes y esto a más de uno le terminó tendiendo una trampa de exceso de confianza.

Si bien no es la única batalla perdida, el trasfondo requiere un análisis un poco más profundo. No me parece demás esta aclaración: las juventudes que encontraron en Milei una esperanza, vienen de un contexto social en constante decadencia.

La falta de respuestas a las necesidades básicas de una sociedad es un fenómeno global que puede explicar, de alguna manera, el avance de la derecha más extrema en el mundo. Gobiernos más de centro izquierda que no pueden resolver problemas que se profundizan como la violencia, la inseguridad y la pobreza, y que solo cuentan con políticas progresistas de ampliación de derecho para comunicar, en su mayoría, con un costo económico cercano al cero.

La diputada nacional de la Libertad Avanza, Lourdes Arrieta, quien por estos días integró la comitiva de diputados y diputadas oficialistas que visitaron a represores condenados por delitos de lesa humanidad en el penal de Ezeiza, habló en un canal de streaming de la provincia de Mendoza de la cual es oriunda.

Arrieta, quien rehúye a las notas periodísticas por parte de distintos medios, ampara su decisión de no exponerse frente a periodistas porque son todos “ensobrados” con intereses espurios que sostienen los privados.

Tampoco cree que sea una forma efectiva para la comunicación política el diálogo con los medios y resaltó la campaña de Milei en redes como “inédita”, salteando intermediarios como los periodistas y hablando “cara a cara”, si se quiere, con las personas a través de las plataformas digitales.

No es sólo la política tradicional la que se pone en jaque desde esta lógica, también son los medios de comunicación y los propios periodistas quienes claramente, a los ojos del público, dejaron de ser simples observadores de una realidad sino que son protagonistas y hasta “cómplices”, en ciertos casos; de las acciones políticas de los partidos tradicionales.

Es en este contexto, donde la política partidaria se posiciona como la responsable de todas los males al ser incapaz de resolver lo esencial para el desarrollo de una vida en paz para cualquier persona, es en el que cala hondo un mensaje anti estado como el que propone Milei.

Sin embargo, creo que es necesario ampliar la pregunta para analizar posibles conjeturas y elaborar respuestas ¿es el discurso anti política el que conquista, o es el anarco capitalismo como postulado el marco de una nueva política para nuestro país? Un poco más concreto ¿a las juventudes no les interesa la política o lo que genera desinterés es la política que vimos hasta ahora?

Este planteo como punto de partida me parece clave para pensar las nuevas estrategias de comunicación política en el futuro. Y esto lo pienso en relación con la sobreestimación de los discursos de derecha en los medios masivos de comunicación.

El descreimiento social sobre los políticos es real, no me mal interpreten, años de personificar la corrupción en la figura del político, como el único responsable de todos los males también explica en parte el desinterés colectivo en el desarrollo de las campañas electorales.

“No me importe quién gobierne, yo tengo que trabajar igual” es la respuesta de este desinterés, a lo que Javier Milei como el anti sistema, capitaliza el hartazgo de una sociedad que no visualiza respuestas en el bipartidismo ideológico que caracteriza a la política en Argentina desde el regreso de la democracia.

Se suman entonces varias aristas para analizar y pensar la Comunicación Política en adelante: las redes como el nuevo territorio en disputa frente a una potencial crisis para la democracia, la incapacidad de los gobiernos de resolver desde el Estado las necesidades básicas de quienes habitan el territorio y la necesidad de volver a poner en valor a la democracia como ordenador principal del conjunto social.

Y es que la coyuntura en la que un personaje anti estado consigue ser el presidente de los argentinos y argentinas demanda que, quienes creemos en la política, en la democracia y en el Estado; cerremos filas para construir un discurso que permita llevar más allá al compromiso político de las nuevas generaciones.

¿Seremos capaces de permitirnos ver el cuadro más amplio y de volver a proponer una democracia que resuelva los problemas de nuestros conciudadanos? Es indispensable abrirse al dialogo para diagramar una estrategia que quizás, reviva el interés por la democracia y a la política como progenitora de la misma.

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